En un viejo armario, encontré un vestido hecho con una antigua máquina de coser. Noté que tenía un brillo especial y al ponérmelo me sentí tan ligera y cómoda que me lo llevé a la feria. Allí, rodeada de luces parpadeantes comprobé que el vestido tenía el poder de transportarme a otras épocas, tuve la sensación de que viajaba en el tiempo y pasaba por bailes renacentistas, fiestas victorianas, festivales medievales... hasta que descubrí que cada vez que viajaba a una nueva época el vestido iba perdiendo brillo.
De pronto, apareció una misteriosa persona que trataba de desafiar mi lógica. Me propuso acertijos imposibles y rompecabezas que desafiaban mi mente. En principio acepté el desafío y busqué pistas que me ayudaran a encontrar la solución, pero fui incapaz de conseguirlo. Un poco defraudada me senté casi sin fuerza y pasé mis manos sudorosas por el vestido. Al hacerlo, apareció mágicamente una pieza de rompecabezas con una frase en el reverso.
La brisa de la noche refrescó mi mente y acerté a decir la palabra apropiada para salir del atolladero y volver a mi tiempo y lugar en el momento adecuado.
