jueves, 26 de mayo de 2011

Fuente de la Sábana


Dicen que corría el año mil, en el centro del claustro de Suso había una fuente de piedra de la que manaba un agua limpia y fresca que alegraba el corazón de quien la bebía. Una mañana, la fuente dejó de dar agua. De repente, se agotó como un cauce en el estío. Por mucho que los habitantes del monasterio quisieron devolverle su caudal, no lo consiguieron: la fuente seguía seca y marchita. Así permaneció durante años, hasta la hora sexta de aquel espléndido día de mayo, cuando el hermano copista gritó de asombro, haciendo temblar todas las piedras de Suso.



Porque de la fuente no salía agua, sino palabras, palabras nuevas que brotaban a raudales de sus caños.  Todos los monjes rodearon aquel asombroso manantial, y bebieron aquellas palabras vivas y lozanas como se bebe el agua más fructífera. Algunas no la reconocían, otras, en cambio, les eran familiares: aiutorio, honore, gaudioso, sieculos, amen... Bebieron y bebieron y, cuanto mas bebían, mas palabras surtían de aquella fuente, tanto que inundaron el claustro y el monasterio y andando los días, la comarca y el reino y ya, por fin, el mundo.

María R. Gómez 


miércoles, 18 de mayo de 2011

martes, 10 de mayo de 2011

domingo, 1 de mayo de 2011

Llega mayo



Nuestras horas son minutos
cuando esperamos saber
y siglos cuando sabemos
lo que se puede aprender.

Machado